- Entonces está usted pasando por la típica crisis de desgana y pesimismo...
- Exacto, no puedo evitar teñir los colores de un color mas oscuro, como el de la sangre y el musgo.
- ¿Ha sufrido algún cambio su vida últimamente?
- No doctor, para nada, todo sigue igual que siempre.
- Entonces debería de cambiar las cosas, los hábitos, ponerse nuevas metas y salir de ese agujero en el que se encuentra. Debería de...
- No, un momento doctor. Si mi vida está genial y no paro de ver objetivos en los que implicarme constantemente.
- Entonces, ¿Cómo es que está usted deprimida?
- No lo sé. De hecho creo que no estoy deprimida.
- En la charla de hoy ha utilizado palabras lúgubres, retorcidas, llenas de amargura y resignación, de pesimismo, expresiones como "vida puta" que apuntan a cómo siente usted la vida.
- Pero yo no la siento así.
- ¿Entonces?
- Supongo que el problema es que mucha gente sí que la siente así.
- Pero tras realizarle varias pruebas psicológicas, está claro que usted está en crisis...
- No puede ser. Precisamente no soy yo la más adecuada para quejarme. Con el musgo y la sangre expreso cosas contrarias a mi filosofía de vida, a mis circunstancias, a como me siento. Mi vida no es puta, solo está llena de vida, de sensaciones, de tensión creativa. Sin embargo, en esta etapa no puedo expresarme, necesito expresarlos.
- ¿Expresar a quién?
- A ellos.
- ¿Quiénes son ellos?
- No lo sé, supongo que todas esas persona que a lo largo de la historia, a lo ancho del presente y a lo alto del futuro se sienten así. A los que no han tenido tanta suerte como yo y están demasiado cansados sobreviviendo como para ponerse a escribir palabras de color musgo y sangre. ¿Sabe?En el fondo me da rabia.
- ¿El qué?
- Pues ser una burguesita hippie. Una escritora que pone en su letra algo de lo que no tiene ni puta idea. Con la vida resuelta y el estómago lleno es muy fácil hablar de paz, de igualdad, de desarrollo sostenible, de pobreza cero, de poner fin a la explotación, de ver las cosas blancas en lugar de grises, de radicalizar las buenas intenciones hasta que consiguen ser un puñado de militancias abstractas que jamás cambiarán nada.
- Y usted sigue manteniendo que no está en crisis...
- No, llevo toda mi vida así. Las crisis son cosas puntuales.
- Entonces ¿por qué antes no actuaba así, de color sangre y musgo?
- No sé, quizás no me veía dentro del mundo, formando parte de la cadena, solo era un ente individual que andaba expresando su manera de estar en el mundo.
- ¿Cuantos años tiene?
- 21
- Ahora entiendo. Entonces, bienvenida al mundo. Usted escriba lo que siente, no se deje nada, pero por favor, procure no olvidar lo que es, tener un punto hacia donde volver cuando pierda la cabeza entre la enredadera de sus letras. Si no olvida este consejo, creo que no hace falta que nos volvamos a ver.