"...Lo más triste de un corazón roto
es que al final se vuelve a enamorar"
El césped escuchó esta frase de la boca de un par de humanos tumbados hace mucho tiempo, ya casi la había olvidado por completo. Aquel día debía de estar a punto de amanecer, porque recuerda que le pilló desprevenido jugando a los malabares con algunas gotas de rocío. Ahora hacía equilibrios con las gotitas de agua, tal vez por eso se ha vuelto a acordar. Memoria asociativa.
Un segundo después, el césped se ha quedado perplejo, paralizado, mirando al horizonte neonato. Se le han caído todas las gotas de rocío al suelo de golpe. La frase le ha vuelto a pillar desprevenido.
Con tantas gotas de agua de golpe a esas horas tan tempranas, la nuca de la Tierra pegó un escalofrío. Se le pusieron todos los céspedes de punta.