Ante un cartel me quedé suspendida. Una niña colgaba de unas rejas a punto deBeatrize Poulain se adentró en la Mirada d Vaca buscando la tuneación de la incansable compañera de andanzas: su mochila. Tras visionar una chapa cuadrada, un cortocircuito óptico causo chispas en su mirada. Se acababa de topar con un Cocoon, de los Björkianos, de formato portable. Intercambió los euros correspondientes y ya en la calle se dió cuenta de la fatalidad de la elección: no era esa la chapa contextual. Sin saberlo y sabiéndolo, probablemente no había entrado ahí con esa finalidad.
estamparse contra unas jornadas surrealistas. Casualmente hace un mes me topé
con el surrealismo de manera surrealista. Y aquí estoy con un signo de
exclamación sobre la cabeza.
Pulsó su botón existencial de retroceso y volvió por donde había venido. Buscó y rebuscó entre todas las chapas de la tienda. Su mirada inconscientemente se encontraba y enmarañaba constantemente con ésto tan extraño:
Cuando la sospecha cernió su atención sobre la chapa no tuvo más remedio que preguntar su procedencia, ya que una mochila tuneada al tún tún es síndrome de carencia de sentido. Al final, Poulain consiguió el cambio de chapa y una puerta abierta al inquietante mundo del surrealismo de la mano de un tal André Bretón, al que hubiera olvidado de no ser por la aparición de este nombre en su nueva adquisición.
Luego llegó el cartel del que arriba hablo. Pero es que, "dadá" la casualidad de que hoy me apetecía romper un poquito el tiempo narrativo.