Thursday, June 26, 2008

Crónica de un verano anunciado

Dicen que en verano, a una hora puntual, con una luz determinada que huele de manera suave, cuando la piel mantiene una temperatura extraña y el sol se acaba de despedir, entonces, cierto dulce abatimiento hace que te abandones al momento. La colcha fina de verano es el hogar que roza tus pies descalzos, tu música tranquila de fondo se convierte en una especie de familia charlando afable en la cocina de baldosas frías y olor a fruta, y tu entendimiento por fin comprende mientras la brisa fresquita entra por la ventana que éste será un verano de agua con azúcar en un vaso de sal congelada y cristalizada, tan frágil, tierno y bonito que te hará sentir los días como en una novela encontrada en la estantería vieja de tus padres.


Sunday, June 22, 2008

uno

llevo todo el día
diseñando a sucio arquitecturas
para edificarte dos meses
en un solo abrazo

Friday, June 20, 2008

De la incondicionalidad del gesto

"Sólo espero que los viajes del alma,
si nos sentimos lo suficientemente perdidos,
sepan traernos de vuelta"

Es muy trade, lo suficientemente tarde como para que ya nadie se acuerde de tí. El mundo parece dormido y solo te queda apagar las luces y ponerte el pijama de la desidia, aunque con este calor ya casi hasta el pijama sobra, ya ni la desidia es suficiente. Y ha sido un día fuerte, de individuo en proceso de realización, con mil cosas nuevas que pensar y dos o tres de las que olvidarte, asi que, mientras deshaces la cama deberías de sentirte agusto, aunque solo fuera un poco. Pero en el fondo ahí te queda una leve esperanza, un breve recuerdo de otra vida, cuando hace muchos años tanta gente se acordaba de tí. Entonces miras de reojo el móvil y, aunque ya ni te acuerdes de esa sensación, te aparece un ápice de presentimiento de que tal vez, ese día, a esa hora, alguien se acurede de tí. Pero no, eso ya no pasa, ahora nadie me escribiría por la noche, no son horas para acordarse de mí.

De camino al desgaste nocturno a favor de la creación onírica, un doble pitido te despierta de la rutina del rito de acostarse. Ya ni siquiera pones el móvil en silencio por las noches, total, para qué, para quién. Entonces tardas unos segundos en querer mirar la pantalla. ¿Quién te ha podido escribir a tí a esas horas y para qué? Aparecen mil nombres, bueno, miento, solo 3 o 4 nombres que te podrían hacer sonreir antes de empezar un nuevo día. Y cuál es tu sorpresa, cuando resulta que quien se ha acordado de tí, quien te ha arropado esa noche, quien te ha dicho justo lo que necesitabas oír en el momento exacto, es casi un extraño que a penas sabe lo que te pasa por el alma, que en ese momento, con ese detalle, sientes que, involuntariamente, te ha querido más que todas esas personas que te rodean en tu soledad -creyéndote tú que te acompañan, que te cuidan, que te quieren, que significas algo importante para ellos-.

A veces, un gesto, vale más que mil incondicionalidades. Gracias.

Thursday, June 19, 2008

Taquigrafía de verano

Alma, cómo puedes estar impasible cuando tanta vida te estalla en la cara. Dónde te colocas el parpadeo instintivo. Qué piel usas para que la onda expansiva no te haga retumbar por dentro. Quién te da sentido o te lo quita. Por qué estarás ahí Alma, si no es para dejarte llevar con virulencia por los bucles del equilibrio desequilibrado, en la cuerda floja -al cuello-.

Despierta, porque ya la piel te huele salada a sol de verano, porque mi lengua se deshace en matices de colores que podrían describir el mundo entero, porque has descubierto el punto en el que el cielo y el mar se vuelven siameses cuando, entre lágrima y lágrima, un espejismo borroso te susurró al oído que por fin estabas vivo otra vez.

Alma de tinta y hierro, cómo puedes estar impasible con todo lo que te queda aún por escribir. La taquigrafía ahora es un ritmo que cabe en la palma de tu mano, en mi palma, en nuestra palma dispuesta a disparar catapultadas 5 huellas dactilares que dejen claro, de manera contundente, la identidad indescriptible que me traerá poco a poco hasta allí donde termine el trayecto. Pero, ¿Dónde es allí, Alma?. Me temo que eso, bonita, no lo sabes ni tú, por muy especial que seas.