Sunday, November 30, 2008

Las Músicas del Mundo

Las músicas del mundo. Aún recuerdo cuando las descubrí. Fue en estado de vulnerabilidad y confusión, como todo lo que marca hondo en la vida. Mi agonía interna era un ruido oxidado que preparaba un motín contra mí misma. Fiera de selva perdida entre edificios con ventanas ciegas, apareció el sonido de la tierra. No sé que fué, solo recuerdo lo que sentí. Una envoltura de helio que me drogó con la profundidad de un alarido y me calmó. Desde entonces va conmigo a todas partes. Ese sonido líquido entre venas que tienden puentes hacia los matices mas insospechados, más ingravitatorios. Música. Esa música concreta que no sabe de superficies, solo de personas, de momentos aislados, de verdades de colores. Esa que distingues en la intimidad mas introspectiva.

Se reconocerla, en sus diferentes formas, porque no tiene ni tiempo ni espacio. Ni lengua. Podría ser de ahora, de hace mil años, grabada en un estudio en Nueva York o traida por el viento circulante de los desiertos y las estepas recónditas. Tal vez tenga tempo, una fórmula matemática incalculable por el hombre que la hace perfecta, justo en el momento oporuno,indiferente a la prisa o la calma. Quizás tenga zona, pero ilocalizable. Seguro: comunicación.

Sin embargo, cuesta tanto compartirla que he llegado a pensar que tan sólo son imaginaciones mías que subordinan la sensibilidad al gorjeo de las tierras perdidas por el azar del subconsciente.

Me preocuparía que fuera solo eso, cosas mías. Pero tal vez quede un resquicio de verdad irrevocable al que acogerme para demostrar su existencia. Y es que nadie sabe aún de dónde ha salido la geografía sensorial el hombre... puede que la música, esta música, sea una brújula para encontrarla.

¿Quién escucha la simplicidad del planeta hoy en día? ¿Qué es ese algo importante que estamos perdiendo por la sordera milenaria de la civilización violenta, mísera, cobarde, egoísta, unilateral, que aplasta la diversidad y la tradición de lo mínimo en nombre de la evolución masificada? ¿Qué nos querrá decir esa paz agitada que transmite? ¿Cómo sería si se revelara descifrada en comportamientos?

Monday, November 24, 2008

Escritores callejeros congelados


El invierno es una época difícil para los que somos escritores callejeros - dícese de aquellos seres que según les de el punto, deambulan ñoños, locos o surrealistas por las aceras resbuscándose por dentro mientras se pierden por fuera hasta que se encuentran en cualquier punto de la calle, con asiento o sin él. Y entonces, escriben-.

Por un lado, el frío nos infla las nostalgias y el tesón de seguir caminando. A pesar del insoportable aire congelado que se clava en los oídos como una cuchilla de afeitar, la cabezonería de la desconsiderada creatividad suele hacer que todo en la cabeza fermente. Con un puñado de decenas de minutos de paseo sin rumbo en el bolsillo del abrigo entre las calles del centro de Madrid, ahí estan las palabras, colgaditas de tus ganas, listas para ser fabricadas por imperiosa necesidad. Escribirse o morir.

Pero cada vez los bancos de la Plaza de Tirso son mas gélidos, la plaza del Reina Sofía se convierte en un amplio almacén de aire desafiante, el césped de la Plaza de Oriente se oscurece en humedad desde hace días, en el Retiro y en el Botánico se me meten constantemete las hojas en los ojos... y el invernadero donde dormitan las palmeras de la estación de Atocha se me ha quedado inutilizable por culpa del techo que nos separa a ellas y a mi del cielo -no dejan de quejarse y así no hay quien escriba-. Y no, ya he intentado entrar en el bar de la Filmoteca, pero sus mesas siempre estan llenas de otros esteparios anónimos. Y tampoco, aún no me atrevo a entrar a otros locales... todavía soy una escritora callejera de pocos meses.

Aún así, cuando llega el momento exacto, arranco mis manos de su idílica y cálida historia de amor con los bolsillos del abrigo y éstas, al amarrar mi pilot rojo cuan varita mágica, se convierten en iceberg: congeladas por un lado; por otro lado ese frío da dolor e inmovilidad de huellas dactilares, por lo que la escritura se limita y de lo que pienso/siento a lo que se dispara al folio solo queda la punta del iceberg. El frío para nosotros es toda una ortopedia narrativa.

Por si fuera poco, la tinta ya no moja el papel. Por el contrario la escarcha de mi tinta roja se cae al suelo desde mis cuadernos de garabatos. Así es imposible escribir, todas las letras patinan por el folio tarde o temprano y caen al suelo, ¡con lo que cuesta fabricarlas! Así que, si a las orillas de cualquier banco encontráis un puñado de letras amontonadas, ¿Os importaría devolvérmelas? O por lo menos usarlas bien. Yo el otro día me encontré la palabra "alfajor" y el palito de la "F" y la "J" me sirvieron para arrascarme, al menos momentáneamente, mis ganas fallidas de compartir palabras. Luego, me la comí. Y volvió el silencio. Qué importante es el silencio para escribir...

Friday, November 21, 2008

El mundo interior



"Si la soledad te enferma el alma"

Todavía los hay que me preguntan que por qué le doy un sentido a todo, por pequeño que sea. Y que por qué me lo creo con tanta profundidad. Mientras, los libros, las canciones y las películas me guiñan el ojo constantemente. Y en mi mundo se bifurcan 2 rotaciones opuestas, una en cada palma de mis manos descarriladas por la confusión.


En medio del caos, conmigo inerte en el medio, se aparece una solucion factible: empezar a aprender a hacer malabares, no se me me vaya a caer cualquiera de los dos mundos al suelo. No quiero romper los mundos, no pienso ser yo la que los rompa.

Saturday, November 01, 2008

Calle Madrid Frío

Igual me da por pensar en viajes que no hice.
Igual pensando en ellos consigo viajar
aunque siga estando aquí.
Puede que me de por hablar sola
diciendo cosas que suenen a sonido,
no las entenderé
y tal vez por eso por fin Comprenda.

Seguiré pintando siuletas en el aire
cuando no me vea nadie
haciendo existir lo que quiero que aparezca.
Las aceras se van conviertiendo en pensamientos,
por cada esquina hay ideas que inventar,
que nadie haya pensado,
giros que, me gusta creer, no existían
hasta que me atreví a revirarlos.
La gente que pasa se convierte en cómplice de mis teorías
pero jamás lo llegarán a saber. Ja.

Ya hace frío y por fin el jersey de cuello alto
me hace menos vulnerable al mundo
y las cafeterías tibias
arropan el quemazón que llevo dentro.
El vapor de mi boca es cada vez más suave
y al pasar frente a mis ojos parece un sueño.

Canturreo tan bajito entre la gente
que solo yo noto la respiración
que hace vibrar al sonido flotante.
Ellos no se enteran de mis bandas sonoras,
tal vez en algún solitario pasillo de metro,
pero tiene cierto regustillo divertido
ser por un instante la pirada del pelo largo
con la que te cruzaste un día.

Paseo, sin hora, sin sitio,
con mi sombra y mis historias.
Y siento, invento, esquizofrenia anímica,
siento, invento, más pasos,

desdoblamiento,
imágenes que me calan,
sin sustento.
Todo. Todo por dentro.

Ellos jamás lo llegarán a saber.