Sunday, May 04, 2008

Clarissa Vaughan

O de la filtración de lo que podía ser uno mismo lanzado al futuro entre páginas de papel. Atónitos ojos recorren un alma gemela o tal vez a mí misma, proyectada por mi mente en esta especie de simulacro que es la vida, porque aún no está comprobado que el mundo no sea inducido por nosotros. Y ésta es ella:

"Ahí la tienes, piensa Willie Bass, que se cruza con ella algunas mañanas por estas latitudes. La antigua beldad, la antigua hippie, con el pelo todavia largo y de un gris desafiante, en una de sus rondas matutinas con tejanos, camisa de algodón, de hombre, y una especie de sandalias étnicas (¿India? ¿Centroamérica?). Conserva cierto atractivo erótico; un toque bohemio, un encanto como de bruja buena; pero esta mañana irradia un aire trágico, tan tiesa como su camisa holgada y su calzado exótico, resistiendo la atracción de la gravedad [...] Ha debido de ser una mujer espectacular hace veniticininco años; los hombres debían de morirse felices en sus brazos. Willie Bass está orgulloso de su capacidad de discernir la historia de un rostro; de entender que quienes ahora son viejos fueron jovenes un día."

"Mientras que ella, Clarissa, se limita a gozar sin motivo de las casas, la iglesia, el hombre y el perro. Es pueril, lo sabe. No es sutil. Si tuviera que expresarlo públicamente (ahora, a su edad), este amor suyo la confinaría en el reino de los incautos y los cortos de luces, de los cristianos con guitarras acústicas o las esposas que han accedido a ser inofensivas a cambio de que las mantengan. Aun así, este amor indiscriminado le parece a ella totalmente serio, como si todo el mundo fomara parte de un vasto e inescrutable designio y todas las cosas del mundo tuviesen su propio nombre secreto, un nombre que no puede transmitir el lenguaje, sino que es simplemente la visión y el tacto de la cosa misma. Esta parte determinada y perdurable es lo que ella considera su alma (una palabra engorrosa y sentimental, pero ¿de qué otro modo llamarla?); la parte que es conocible, que podría sobrevivir a la muerte del cuerpo. Clarissa nunca habla de esto con nadie. No lo vierte a borbotens ni gorjea. Se limita a proferir exclamaciones ante las muestras obvias de la belleza, e incluso entonces consigue aparentar un cierto aspecto de contención adulta. La belleza es una puta, dice ella a veces."

"... y los lunáticos, los aturdidos y los desnortados, la gente cuya estrella, si alguna vez la tuvieron, les ha abandonado. Así y todo, ella ama el mundo que sea crudo e indestructible, y sabe que hay otras peronas que también deben de amarlo, tanto ricas como pobres, aunque nadie hable de las razones concretas. ¿Por qué, si no, seguimos viviendo, por muy comprometidos, por muy dolidos que estemos?"


"Las horas" M. Cunningham.



Esto de la literatura es increíble pero cierto. Ahí está Clarissa, entre garabatos de papel. Y Clarissa existe de verdad, entre nudos de complejidad real. Y a veces, cuando pasan estos diálogos tan fieramente comunicacionales entre libro y persona, tan sangrantemente sinceros, tan calidamente suaves, como un abrazo cuando tiritas que te susurra que la existencia humana no son invenciones útopicas, que no son solo cosas mías, tengo ganas de llorar.

2 comments:

delirante said...

pues hazlo, déjate caer sin miedo, pero cuídate de no mojar a Clarissa...

es bonito cuando te hablan desde dentro de un libro, cuando entablan una conversación contigo desde una hoja de papel, pero no les hagas mucho caso, que el mundo de los libros pervierte a la razón...mira al pobre ingenioso hidalgo...

Jeanne said...

Adoro esta película, es genial la mires por donde la mires, por arriba, por abajo, de lado, de frente....una obra de arte.

Un frase dicha por Virginia en la estación de tren, justo cuando su marido la detiene antes de que huya a Londres:

"NO PUEDES CONSEGUIR PAZ EVITANDO LA VIDA"

Y es una gran verdad.

J.