Tuesday, June 16, 2009

Los ciclos rectos

- Hola doctor.

- Adelante.

- ¿Cómo lo ha sabido?

- ¿Saber el qué?

- Pues eso, que ese es mi problema, el adelante...

- Túmbese y cuénteme...



- Pues verá...

A veces me pregunto sobre la veracidad de los ciclos. Con la edad, la palabra "ciclo" se vuelve cada vez más compleja. Ya ni los años son capaces de acotarlos. ¿Ciclos?: Mejunje inmundo de inercia sin sentido, deriva expectante de nada.

Y al dudar de su veracidad me doy cuenta de su importancia. Sin cerrar la gestalt es imposible dibujar trayectorias, cerrar las vasijas que contendrán las vigas de los pasos.

Hasta hace unos años los cursos marcaban etapas. Cada curso, mi vida iba in-creccendo. De la primaria, a los "mayores" del instituto. De la ESO, a elegir un bachiller de ciencias o letras, en función del color que quisiera para mi futuro. Parecía estar a punto de ser adulta, lo notaba en las ganas, en la bóca del estómago. Quedaría lejos una adolescencia de bicho raro, de pensante descoordinada de su edad. Ya tenía licencia para ir más allá sin miedo. Un bachiller rico en filosofía, arte, música, historia y mundo que encajaba en mi cabeza con una mayoría de edad recién estrenada. En las yemas de mis dedos un año personal difícil y conseguir la nota para periodismo... un pestañeo después ya estaba entre mis manos.

4 años de carrera en la mole gris, frecuentando más la bilbioteca, la videoteca y la cama que las clases. Fermentar talante. Descubrir ventanas a mundos que siempre estuvieron dentro de mí, pero que ahora, oh sorpresa, existían en otros. Fascinarme ante la alteridad, ese espejo que nos diferencia y nos hace iguales a la vez. Enamorarme hasta las trancas tal y como había esperado todo ese tiempo que fuera la primera vez. Descubrir eso de ser una pieza fundamental entre todo este caos, tener claro que no podré cambiar el mundo pero sí que conseguiré abrir mundos interiores con la comunicación.

Último año de universidad. El mundo visto a través de periódicos, libros, documentales, películas y personas de colores. A través de mil enlaces de internet delante de los cuales las horas chorreaban sin parar, inundando mi memoria que luego, ahogada, no recordaría nada. Cerciorar, por fin, que el género no existe para mí. Y encontrar unas prácticas amarillas y azules, como la playa, donde jugar a capturar en el tiempo los sonidos de lo insólito. Viajar a ciudades donde viví en otras vidas. Saber que tengo que volver. Incluso allá donde aún no he ido.


Hace muchas líneas el círculo empezaba a convertirse en espiral, cada vez más abierta. Hasta ahí iba bien. Pero hace unas pocas líneas todo son varias rectas diferentes con alguna que otra curva. Puntos que caen y se quedan. Se pueden unir, pero no terminan de construir nada. Todo queda abierto, mal marcado, de pasada. Constante miel de labios a la que no estoy acostumbrada.

¿Y ahora qué?

Hoy, a diferencia del resto de mi vida, no existe ningun faro en todo este océano. Ninguna vocación. Ningun pálpito. Ninguna gana por encima de la media. Todo y nada en un suspiro. Todos ciclos por cerrar, incluso por existir, que hacen que se escape por su ranura cualquier tipo de sentido de pertenencia, presente ó futuro. Y los ciclos son demasiado auténticos como para forzarlos con un pincel inventado.

¿Sabe? Según voy hablando, he descubierto 3 cosas:

1. Tal vez es que si los ciclos no existen, nosotros tampoco.
2. Al ser humano le revienta no existir.
3. El coraje tal vez sea el motor inmóvil creador de espirales.


¿A revolverse pues? Tal vez rodando entre las sábanas consiga algún nudo que sujete todo esto. Tal vez dando vueltas la inercia dibuje espirales. Qué pena que el "tal vez" forme parte del equipo de los insípidos ciclos rectos que tan enferma me están poniendo...

- Tal vez, tal vez...

2 comments:

Carmen said...

qué peligroso es hacer inventario.

Yo no puedo añadir nada inteligente a lo que has dicho. Sigo estando en ese punto, dos años después de terminar la universidad.

Lo que no te cuenta nadie es que la escalera tiene un recodo, y a la vuelta, quedan aún mil peldaños.

los ciclos ya no son cursos escolares. Ya no hay nochevieja a a mediados de junio. Hoy me dijo una amiga que los desorientados tenemos mil millones de posibilidades más :)

Creo que vas a llegar donde quieras. O al menos, das esa sensación.

delirante said...

no hay tal veces si una no quiere...

al ser humano no le revienta no existir, porque lo hace. esta existencialista sartriana te dice que lo que le angustia, y tiene que ser esa la palabra, es no saber de qué color pintar su esencia. que se encuentra el sujeto en una disyuntibva constante, más allá de los ciclos y mucho más allá de las etapas que vienen y van, de elegir qué hacer con su vida. qué hacer consigo mismo.

ese es el debate, esa es la preocupación del hombre. y el único modo de salir victoriosa es escucharse un poco. y aquí hablo ahora de las energías. que tu alma, tu cuerpo, sabe perfectamente lo que quiere. pero a veces, quizá por la angustia, quizá por otras muchas cosas, no queremos escucharlo, o no sabemos cómo hacerlo. sólo tienes que mirarte, pensarte, sentirte y oirte. dejarte guiar por los mandatos y hacer. no dejar de moverte. no quedarte parada porque crees que estás en tierra de nadie. estás en tu territorio, el único que te pertenece. el mundo interior de beatrize poulain. sólo tuyo.

ánimo pequeña!