Monday, April 21, 2008

Colgar desabrochada

Sus pies colgaban de la rama del árbol, donde su respiración asincopada trataba de calmar su corazón bombeante de emociones, clamante de interrogaciones. Tal vez sí, esté mejor ahí arriba después de correr hasta hacer sangrar al suelo con la inercia de sus pisadas. La huída turbadora no hacía más que gritarla que tenía que volver porque aquél era su sitio. La estancia desubicada, en cambio, le susurra al oído que aunque el sitio de vuelta fuera el mismo, no es un lugar lo que necesita el sentimiento para acicalarse el alma. Pero en aquella rama, sus pies por encima del suelo, incluso del cielo, balanceaban complejidades que no la soltaban por más que zarandease sus interrogantes contra el vacío de la existencia. Contra el vacío del no comprender nada.

Seguía respirando allí arriba, con sus cordones desabrochados, con sus lazos rotos de cuajo con la misma piedad con la que se le corta la cabeza a una circunstancia enamorada mientras se afilan los excesos de la implacable individualidad que un día hicieron que te enamorases de mí. Y yo lo único que aprendo, aquí arriba, en la rama con los cordones desabrochados, es que los excesos son malos.

Mientras, me dedicaré a respirar, pero sólo lo justo.

1 comment:

Anonymous said...

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